martes, 26 de noviembre de 2013

CAPÍTULO 16: La saga "Primpe informa" (3ª parte) - La vacuna contra la Leishmania: ¿qué hago?

     
A la izquiera: prevalencia de leishmania en España. A la derecha: toqueteo-ligoteo con Sonia.


     Queridos lectores y amigos:

    ¿Cómo ha ido el fin de semana? Espero que hayáis disfrutado al aire libre con vuestros peludos igual que hice yo de ruta por el bosque. ¡Me encanta el viento otoñal y correr como una liebre detrás de las hojas! Además, me camuflo entre las ramas con mi trajecito militar y me parto de risa cuando María no me ve, pero yo a ella sí, jejejeje. Me llama y me ofrece premios, pero yo me mantengo frío como mis bigotes por las mañanas y no salgo hasta que el premio es lo suficientemente grande, juas juas. Eso sí, Mariví la dueña de Lía (un bomboncito de los que no hay muchos) me ha hecho una faena grande porque nos ha enviado unas lucecitas que llevo colgadas en el arnés y hacen que no pase tan desapercibido entre los arbustos... Huuuummm...... Mariví, ya hablaremos tú y yo... Me has arrebatado uno de mis juegos más maquiavélicos del Tamarguillo :(

     Pues bien, esta noche planto un post para contaros que el otro día le pedí a Sonia, mi veterinaria (os la presenté en capítulo 15, recordad, una de las princesas de mi cuento), que resolviera algunas de mis dudas sobre la vacuna contra la leishmaniosis ya que se acerca el momento de decidir si me la pongo o no y me encuentro algo confuso. 
Algunos de mis colegas del parque dicen que es lo mejor que hay contra el bicho ("¡¡¡¡Vamos, valiente, que es sólo un pinchacito de nada!!!!"), sin embargo, las malas lenguas cuentan historias de perros que llegaron a parecerse a Shrek. Como sabéis, me gusta informarme en fuentes fiables para tomar mis propias decisiones y quién mejor que una veterinaria competente y de confianza para ayudarme, ¿verdad? 


Respuesta de Sonia, mi veterinaria de cabecera, ante mis interrogantes sobre la vacuna contra la leishmaniosis:


      ¡¡Hola querido Primperan!!

     Debido a la gran cantidad de dudas que se han planteado en relación a la vacuna de la Leishmania, desde la Clínica hemos pensado en escribirte para intentar aclarar, en la medida de lo posible, los interrogantes que se plantean muchos de vuestros dueños

     En primer lugar, explicarte que la leishmaniosis es una enfermedad parasitaria muy importante y frecuente en nuestra zona (Sevilla) y, además, es muy peligrosa para vosotros, nuestras mascotas. Los síntomas son muy variados y destaca la fiebre, la caída de pelo, la pérdida de peso, las úlceras en la piel y el crecimiento anormal de las uñas, entre otros.

     Debes saber que la transmisión de la enfermedad SIEMPRE se produce a través de la picadura de un mosquito y NUNCA de forma directa entre animales. Por tanto, si tienes algún amigo con leishmania puedes jugar con él tranquilamente, no te contagiará. ¡Diviértete! Como te decía, en la zona en la que nos encontramos el riesgo de que os infectéis tras dicha picadura es muy elevado, por lo que la prevención adquiere un papel fundamental. Por otro lado, es importante que sepas que los tratamientos actuales ayudan a controlar la enfermedad pero no proporcionan la curación completa: las recaídas son muy frecuentes y esto requiere un seguimiento continuo y control mediante analíticas periódicas.

    Entrando ya en la materia que te preocupaba, Primperancito, sobre la vacuna y sus efectos: ésta se denomina CaniLeish y se utiliza para vacunar a perros a partir de los 6 meses (edad en la que tú te encuentras ahora mismo). Eso sí, sólo debe administrarse a los que previamente se les haya realizado un test de cribado, por así decirlo, y que éste haya resultado negativo. Explicar también que la efectividad de esta vacuna no es del 100%, como de ninguna de las vacunas existentes, pero en la actualidad es la herramienta más eficaz (junto con los repelentes) que tenemos para combatir esta temida enfermedad.

     En cuanto a las reacciones vacunales que tanto os preocupan debéis saber que la reacción que puede producir es la misma que puede darse con otras vacunas que utilizamos habitualmente (Moquillo, Parvovirosis, Rabia, etc). Existen animales que desarrollan reacciones tras la administración de una determinada vacuna, comprimido o incluso tras la aplicación local de un producto antiparasitaario (collar o pipeta), pero no por ello vamos a dejar de prevenir contra esta y otras muchas enfermedades que ponen en serio peligro vuestra vida, ¿no crees, Primpe? No obstante existen algunas precauciones que los veterinarios solemos poner en práctica para prevenir estas reacciones, pero repito que no sólo con esta vacuna.

    Por lo tanto, amigo Primperan, con respecto a la pregunta de "¿debo vacunarme contra la Leishmania?", mi respuesta es la siguiente:

  • Si vives en una zona endémica de la enfermedad, SÍ, sin duda. Las ventajas que aporta la prevención supera con creces los posibles inconvenientes que se pueden presentar (échale un vistazo al mapa de la foto y ahí verás cuáles son las zonas de España donde hay mayor o menor riesgo. Puede ayudarte a tomar tu decisión).
  • La vacuna reduce hasta 4 veces la probabilidad de que se manifieste la enfermedad.
  • Los efectos secundarios que pueden aparecer son los mismos que los de otras vacunas.

     Nada más, Primpe. Espero haberte podido ayudar a tomar tu decisión y no dudes en consultar si necesitas cualquier otra aclaración.
      Un achuchón de tu veterinaria :)

lunes, 18 de noviembre de 2013

CAPÍTULO 15: La saga "Primpe informa" (2ª parte) - Veterinarios: ¿ángeles o demonios?

Sonia y yo en plena intimidad exploratoria

     ¡¡Qué pibones!! Pensé el día que entré en la clínica veterinaria. ¡Claro, así se deja tocar cualquiera! ¡Toca Sonia, toca! ¡Soy todo tuyo! 

      Alba, Sara y Sonia fueron las tres primeras caras que vi cuando pasé aquella puerta de cristal que estaba llena de chupetones allá por el mes de julio. Llevaba 2 días en mi nuevo hogar y ya me estaban sacando de excursión por el barrio, eso sí, en una mochila la mar de cómoda diseñada para aposentar mis estupendos cachetes ya que no podía tocar el suelo (mi calendario vacunal estaba aún sin terminar y el parvovirus acechaba a la vuelta de la esquina). 

     Aquella tarde tocaba la inserción del microchip y una vacuna de la cual no quiero acordarme. Y no quiero acordarme no por nada, sino porque el nombre es muy largo y requeriríra demasiado esfuerzo a estas horas de la noche. Qué vago soy :P 

    Como os decía, iba yo de paseo por Sevilla viendo un bonito paisaje veraniego cuando, de repente, noté que María se detenía frente a un escaparate donde estaba tendido un gato (con pinzas de la ropa no, hombre, no te asustes, quería decir tumbado). Aquel gato (más bien gata), era Susi, la novia de Príncipe, las mascotas de la clínica con las que no congenio demasiado bien ya que les pido más juego del que ellos pueden darme

     Pues eso, entramos en aquel local y allí estaban ellas, las tres princesas de mi cuento vestidas con un uniforme verde (Sonia además llevaba una casaca con dibujitos igual que hacen los pediatras para que los niños se despisten y no se piensen que son médicos, pobres ilusos). Joaquín colocó la mochila en el mostrador, abrió la cremallera y de repente vi cómo unas manos con olor jabón (¡muy importante! yo estaba aún sin inmunizar) invadían mi espacio para cogerme en brazos y decir: "Ayyy, qué mono.... ¿este es Primperán? Hola Primpe... Qué Jack Russell más bonito". ("Qué típico tópico", pensé, seguro que se lo dicen a todos los peludos. Luego me di cuenta de que yo soy el más guapo de la clínica y lo de "bonito" no se lo dicen a todos).

      Al principio estaba un poco acongojado porque eso de que te saquen de tu entorno y te lleven a un sitio donde hay más olores que en la perfumería "Aromas" es un poco impactante, pero pronto me di cuenta de que aquello sería un parque de atracciones para mí en cuanto pudiera tocar el suelo.

    Pasamos a la consulta de Sonia quien escrupulosamente limpió la mesa con un producto matabichos específico para que yo no pillara ni polvo (¡importante! estoy sin inmunizar y en las clínicas hay muchos bichos malosy empezó a preguntar: "¿De dónde viene Primpe? ¿Qué cuidados han tenido con él? ¿Está desparasitado? ¿Tiene alguna vacuna puesta?"... La niña parecía Carlos Sobera en el 50x15, y María y Joaquín los concursantes que se llevarían un premio de los gordos porque no fallaron ni una. Todo estaba en orden. Carmen y Manu habían cumplido con su cometido más que de sobra y Sabrina (la primera veterinaria), había hecho su trabajo a las mil maravillas. ¡Yo estaba niquelao! 

     Entonces empezó lo bueno: se puso unos guantes de látex y me miró desde el primero hasta el último pelo (y mira que tengo) mientras que Joaquín premiaba mi buen comportamiento con bolitas (¡muy importante! aquello debía ser una buena experiencia para mí y qué mejor premio que la comida): oídos, ojos, nariz, boca, cuello, tórax, abdomen, pichota, huevecillos, culete, pliegues, patas, ingle, hueco poplíteo... Vio todas y cada una de mis intimidades; entre nosotros ya no hay secretos. De pronto, abrió la puerta de la consulta y dijo: "Sara, por favor, ¿puedes venir a ayudarme?". María preguntó: "¿No puedo ayudarte yo? Y Sonia respondió: "No, mejor Sara". Jope, ahí sí que me acojoné bastante porque pensé: ¿Y qué va a hacer esta mujer que necesita la ayuda de Sara y María no es suficiente? Oh, Dios mío, EL MICROCHIP. Menudo agujón. Entonces Sara me cogió en brazos, me agarró bien mientras Joaquín me daba bolitas de pienso para minimizar la situación y.... ¡Clack! ¡Microchip dentro! Buah, ni me enteré... ¿Tanto pa' esto? Fue mucho menos de lo que me esperaba. ¡Hombre, no me metáis esos sustos!- pensé. Soy un machote como la copa de un pino y el más valiente de Sevilla. Os habéis quedao flipaos, ¿ehhh? Pinchazos a mí...

     Lo cierto es que me trataron con mucha dulzura y yo les estoy muy agradecido porque oye, no es lo mismo que te explore y te pinche Arnold Schwarzenegger que Yasmina del cuento de Aladín.

    Las primeras impresiones son muy importantes y aquello me gustó. Supe que aquellas tres princesas velarían por mi salud el tiempo que me quedara en Sevilla y que seguro lo hacían estupendamente. Hoy por hoy, os confieso que estoy muy contento. Han pasado 4 meses desde la experiencia del microchip y cada vez que voy a verlas (bien sea para alguna consulta o para saludarlas - ¡importante! En este caso "ir pa' ná" no es tontería, cada vez que voy y tengo una buena experiencia se refuerzan las ganas de volver-) me lo paso bomba haciendo monerías para ellas y... ¡¡¡destartalándoles el escaparateeee!!! Juas, juas, juas...


ALGUNOS CONSEJOS PRÁCTICOS PARA QUE LAS EXCURSIONES A LA CLÍNICA VETERINARIA NO SEAN UN CALVARIO:

1) Buscad una clínica donde los profesionales sean unas princesas de cuento como Alba, Sara y Sonia. Sé que es difícil, pero debéis intentarlo.

2) Id a la clínica para daros una vuelta y que no siempre sea cuando el peludo está malito o para alguna consulta veterinaria. La clínica es un parque de atracciones para nuestros sentidos y huele fenomenal.

3) Premiad a vuestro enano (y que le premie también el/la veterinario/a) mientras le está explorando o haciendo algún procedimiento tipo vacuna/microchip. Mola comer mientras te tocan la barriga, os lo digo yo. 


domingo, 17 de noviembre de 2013

CAPÍTULO 14: Y pasa el tiempo...


El 15 de mayo de 2013 mi madre Artemisa me trajo al mundo en el Palacio Oncetartessos. Desde entonces, he sido y soy un cachorro muy feliz gracias a mi criador, mi cuidadora, mis veterinarias y, cómo no, mis compañeros de piso María y Joaquín.
Este es un homenaje a todos ellos y también a vosotros por estar cada día detrás de la pantalla.
Un lametón dominguero.

--
Primpe :)

martes, 5 de noviembre de 2013

CAPÍTULO 13: La saga "Primpe informa" (1ª parte) - El parque



Yo mismo en mi "parque doméstico de larga estancia"

     Queridos amigos (y humanos): 

    ¿Cómo estáis tras este estupendo puente? Espero que os haya ido bien y estéis más frescos que una lechuga.

    Esta tarde quiero inaugurar una nueva sección dentro de mi blog titulada “Primpe Informa”. Esta saga tiene la idea de compartir con colegas (y dueños de colegas) algunos aspectos que pueden seros útiles y pueden facilitar la convivencia doméstica de las especies.

     La idea surgió en una de las últimas exposiciones caninas. Hablando con varios  rivales a pie de ring me di cuenta de que había cosas que desconocían de la vida canina doméstica en general. No sólo no lo sabían sino que nunca lo había imaginado. Lo que os voy a contar yo mismo lo asumía como algo habitual y cotidiano, sin embargo, fue grande mi sorpresa al percatarme de que, en realidad, son pocos los que asienten cuando les cuento cómo vivo.

    Por tanto, estas letras van a tratar un tópico siempre controvertido para los alejados de la educación canica: los Luxury Resort Golf and Spa****, es decir, mi “parque doméstico de larga estancia”.

    Cuando llegué a mi nuevo hogar, tras mi paso por el Palacio Oncetartessos, encontré un habitáculo de 2x2m que mis queridos amigos María y Joaquín llamaban “parque”. Era similar al que había compartido con mis hermanos, pero ahora la finalidad era otra distinta a tenernos a todos juntitos y con mamá, tal y como Manu y Carmen hicieron en su momento. Yo les miraba incrédulo pensando que dónde estaba el verde del césped, los árboles, los pío-pío de los gorriones y un puñado de cosas que hacía que eso sólo pareciera una cárcel colombiana. 

    Ciertamente, al principio mi estancia en el “parque” fue algo rara. Veía la vida pasar entre los barrotes sin poder interactuar cuando me apetecía. Veía a mi alrededor zapatillas de andar por casa, un cojín que “sexualizar”, un sofá donde saltar, cables que morder, enchufes que lamer, muebles que comer, libros que roer y un largo etc. Aquel domicilio era el paraíso de cualquier perro con dotes de odontólogo y yo no podía hacer ninguna trastada… ¡Ains! ¡Tan cerca y tan lejos!

    Por alguna extraña razón siempre que salía de mi “parque” lo hacía para hacer pipí en un empapador al que le tenía mucho vicio, jugar y tontear un poco. Me daba cuenta de que María y Joaquín dejaban a conciencia mis juguetes y sus ansiadas cosas en el suelo. ¿Por qué sería? ¿Eran tontos o qué? Me lo estaban poniendo en bandeja. Estaba claro qué prefería yo en mis primeros compases: sus cosas (las mías ya las tenía). Con mucha paciencia me fueron enseñando qué objetos podía comer y cuáles estaban vetados. Me llamaba la atención que cuando me equivocaba oía: “Time out”, lo que se traducía en tres minutos de reflexión en el “parque”. Me volvía loco por salir, pero no podía, y durante ese tiempo comprendía que algo debía haber hecho mal para acabar ahí. Y pensaba: “¡¡Qué suerte tienes de que no esté fuera, Joaquín, pues hubiera pillado ese calcetín y lo hubiera destrozado sólo para chincharte!!”.

    Por otro lado, cuando mis dueños se iban a trabajar, comprar o a divertirse en plan humanos me dejaban en mi “parque” muy contentos y tranquilos. Lo acondicionaban con agua, juguetes y una estupenda cama. Ellos me miraban diciendo: Así te portarás bien y no tendremos problemas”. Yo pensaba: “Qué rabia que no me dejen ir al baño con las ganas que le tengo al papel higiénico. Desde que vi un anuncio de un colega peludo y canela jugando con él, sólo soñaba con desparramarlo por el suelo”.

    Allí aprendí también a hacer pipí en mis primeros compases, a tener mis horarios reglados y  a saber cómo y cuándo salir. Os confieso que lo odié durante un tiempo, pero hoy reconozco que nunca me regañaron por comerme nada, no hice pipí donde no debía, aprendí a valorar los tiempos con mis dueños y supe qué hacía mal cuando me mandaban a reflexionar. Hoy lo miro con cariño y reconozco esos metros cuadrados como algo mío que quiero y valoro. ¡Ojalá todos pudiérais tener uno!

Entonces, esas pataletas eran cosas de crío. Hoy ya soy un perro hecho y derecho y gracias a esos ratos aprendí qué cosas no podía hacer con una simple palabra y un gesto. Que me cortaran el juego y me llevaran al “parque” (ahora me gusta más llamarlo “área de reflexión”) era un duro castigo, pero hoy sé que tuve suerte ya que según me han dicho los del ring, a otros les pegaban, apretaban el hocico y hacían perrerías que no me atrevo ni a mentar...

Mi mensaje final es a los humanos: 

nosotros DEBEMOS ser educados POR VOSOTROS, no venimos programados, no sabemos qué está bien o qué está mal y las normas de la casa son un mantra que no conocemos. vuestro cariño, paciencia, amor y entrega es lo que nos enseña. El “parque” sólo nos ayuda a ser tod@s más felices.